7.10.2006

CIUDAD HÚMEDA

Caracas: Ciudad húmeda. Hogar de los más vanidosos del planeta. Cálidos, simpáticos, superficiales. Espacio para conocernos como hombres y mujeres. Para contarnos. Disfrutarnos y permanecer en la tibieza: ese estado de ánimo poblado por los sudores o lágrimas, a los que estamos condenados cada vez que decidimos dar el primer paso o el primer beso.

Lugar para generalizaciones, que nos agrupan en: mujeres (todas unas cuaimas) o en hombres (todos unos perros). Terreno para juzgar y ser juzgados; por el tamaño de nuestras prótesis mamarias o; en los casos masculinos, por el tamaño de la billetera.

Esta es una zona de gente en cacería, que abriga la esperanza de doblar la esquina y toparse con la pareja soñada, o por lo menos, con la promesa de unas horas de desenfreno.

Y es la noche de los jueves, el momento en el que todos son hermosos, profesionales y presentables. Después de acudir al gimnasio y a las perchas de rigor, nos encontramos en el sitio de moda. Ellas, ensayan miradas lánguidas, ellos les corresponden esbozando una sonrisa. Todos permanecen distantes en su belleza perfecta, desde las esquinas del lugar.

Pero suena el reaggeton… Y debemos reconocer en él, propiedades si no catárticas, por lo menos depurativas.

Todos estos hermosos caraqueños, salen a contonear sus virtudes, operadas o no, al ritmo de esta excelsa manifestación de nuestra cultura caribeña. Aquellas mujeres de vestuario exacto, ojos esquivos y risa tímida, se convierten en las perfectas sandungueras, sacudiendo las caderas, el torso y todo lo que se mueva, mientras perrean hacia la entrepierna erecta de algún contrario. Ellos, restriegan sus ingles contra las de ellas, entornando los ojos, con los labios entreabiertos, pensando que son los protagonistas de las letras de las canciones. Bajando y subiendo, rodeados por dos cachorritas que agitan sus perniles al compás de la música.

Cuando el reaggeton cesa, el corazón late más rápido, pero todos vuelven a sus esquinas…

¿Acaso este ritmo es un permiso que nos damos para ser tan guarros como realmente queremos ser?

No lo sé, ni siquiera me gusta la condenada musiquita. Pero sospecho que cuando la bailamos somos más nosotros mismos: habitantes fogosos de esta ciudad húmeda.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿que falta de cariño estas? como estas deseosa de que un hombre te atienda, y te haga el amor..tienes material para hacer la pelicula de tus sueños, comienza..si pasaste dos años en Cuba, debes de ser un soplete, ¿como se apaga ese fuego?

1:21 p. m.  

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