5.28.2007

CUANDO, CUANDO, CUANDO

¿CUÁNDO? ¿CUÁNDO? ¿CUÁNDO?

Es una pregunta importante, que todas nos hacemos y que nos devana los sesos y nos distrae mientras estamos en la clase de cálculo o en la reunión semanal de status del proyecto en el que participamos.

Y es que no hay reglas claras que determinen el momento más apropiado para acostarse por primera vez con un hombre. Sobre todo porque estamos condicionadas al deber hacernos las difíciles, pensando en el supuesto de que mientras más complicado sea obtenernos, más valoradas seremos por el hombre.

Será eso verdad?. Al toparnos con algunos de los elementos vestidos de traje que recorren nuestras calles, no nos cabe duda de afirmar que esa aseveración es totalmente cierta. Que el sabio consejo de nuestras abuelitas acerca de mantenernos virgencitas hasta el matrimonio es totalmente acertado. O por lo menos que debemos alargar el momento lo más posible en el tiempo, cuando nuestras convicciones y valores de niñas bien pierdan la batalla ante el verano que arrecia, y nada que llega la temporada de lluvias!

Pero, qué nos garantiza que tan larga espera surta el efecto deseado, si este es construir una relación duradera y estable con el sujeto en cuestión. O todo el ritual de cortejo que antecede a esa primera vez, con toda la inversión económica que dicho ritual supone, ¿no es una especie de prostitución aceptada socialmente?, en la que no la damos hasta después de seis cenas, ocho idas al cine, tres llamadas (mínimo) al celular al día sin contar los mensajitos de texto, un par de ramos de flores (también pueden ser rosas individuales, que son tan románticas), dos o tres rumbas en el lugar de moda pagando los tragos hasta de las amigas, para concluir con la invitación con todos los gastos pagos, al fin de semana en Los Roques o en Morrocoy, en esa posadita tan romántica, donde definitivamente se consumará el acto.

Porque es que somos niñas de bien que no andamos por ahí acostándonos con todo el mundo, y el que lo logre es porque se lo merece, y porque entiende que lo que buscamos es una relación seria. Por eso participamos en el jueguito que en algún momento alguien estableció como moralmente correcto y ay! si rompemos las reglas y nos comportamos como las perfectas ligeras de cascos.

Porque ese tiempo en el que a propósito retrasamos el sexo con el susodicho, no lo invertimos en conocerlo profundamente como para llegar a la intimidad preparadas y conscientes, listas para disfrutarlo plenamente. Lo pasamos más bien compartiendo superficialmente, escaneando la marca del reloj, los zapatos, y el pantalón que le ahorca un poco, sintonizando el Ipod con la emisora FM de su carro recién compradito, que todavía huele a nuevo, sin prestar atención jamás a qué tipos de valores tiene este individuo, que desde el primer momento en que lo vimos decidimos que será el padre de nuestros hijos, y abuelo de nuestros nietos como nos ha pasado con cualquiera con el que hemos querido acostarnos.

Y por supuesto, los hombres están dispuestos a pagar el precio que sea para obtener el premio, y además están condicionados a que si todo sucediese más pronto que lo previsto por las reglas tácitas de la moral caraqueña, se gozaron a la chica pero no se la tomaron en serio, porque no ella misma no es seria y no se valora.

Y quien dijo que estar consciente de tus deseos y del poder de decisión que tienes sobre tu cuerpo no es valorarse? Consideramos que si bien, la sexualidad implica un nivel de intimidad y compromiso que no tod@s están dispues@s a asumir, se sobreestima el acto en si, y a un simple coito se le otorga más importancia que la que realmente tiene. O es que si alguien está interesado en conocerte mejor y en establecerse en una relación duradera contigo se va a espantar si se acuestan más pronto que tarde? No debería ser eso un valor agregado al gratísimo proceso del cortejo y del mutuo conocerse?

En nuestra sociedad por lo visto, no. Es más importante cumplir con plazos y con metas, que darle a cada relación y a cada persona el tiempo que el momento merece.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La percepciòn de la sexualidad es algo històrico, y su pràctica real es manejada por un grupo socialmente dominante para su beneficio: esto fue reflexionado hace cerca de 200 años por una mujer emancipada llamada Alexrandra Domontovich Kollontaieva. Ella mostrò como la moral social - la moral sexual son cambiantes a lo largo de las diferentes formaciones sociales, pero tambièn còmo algunas elites hacen que sus ideas sobre esta moral predominen, en desmedro de una libertad moral responsable, sensible y crìtica. De alli que, al contrario, sea reforzada una lamentable sociedad machista, la cual vehicula la triste norma (que creo que NO es irreversible) segùn la cual: "Los hombres ofrecen amor, cuando lo que quieren es sexo; las mujeres ofrecen sexo, cuando lo que quieren es amor".
Morocho

9:07 a. m.  

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