11.02.2006

GATILLAZOS

Hoy como que si es. Previamente nosotras muy juiciosas y depiladas hasta las cejas, vestimos la ropita interior colombiana que tiene modelos igualitos a los de La Perla, la que le compramos a la recepcionista de la oficina de enfrente, que turquea para ayudarse (es que es madre soltera), y ojo: le debemos dos conjunticos más.

Con la piel suavecita de tanto jabón rasposo con azúcar, y las plantas de los pies como culito de bebé, porque sospechamos que esa será la primera noche en la que compartiremos lecho con el nuevo objeto de nuestro deseo, nos pasamos todo el rato coqueteando, tomando de más para entrar en calor y relajarnos prontito, y acudiendo descaradamente al viejo truco de la mano muerta, que en muchos casos se traslada hacia la pierna, rodilla, codo o hasta el hombro muerto.

Más tardecito, cuando el manoseo ya decide que no hay más que definir el lugar donde continuará a mayores: tu casa, mi casa, un hotel, el carro, el baño del antro, en fin… para gustos y colores, también están quienes inventan fin de semana en la playa para aprovechar; y aprovisionados de los condones y/o métodos anticonceptivos necesarios, nos enfrentamos al momento de la verdad.

La pasión continúa, y exitosamente vamos superando los temores personales que van desde olores, si le gustará o no lo mismo que a mi y otros muchos más, que nos abrumaría enumerar.

Y de pronto, cuando creemos que apenas empieza lo bueno, nuestro parejo que iba muy bien, se separa de pronto con cara de susto mientras exclama: esto nunca me había pasado! Apenas en ese momento nos percatamos del líquido caliente que nos embarra el muslo (por cierto, todavía vestimos a medias el jean que traíamos puesto!).

Cómo reaccionar ante un gatillazo de esta naturaleza?. Se merece este apurado elemento una segunda oportunidad? O debemos someterlo al escarnio de nuestras amigas y el infaltable amigo gay, que siempre defendieron la hipótesis del mal polvo?.

En la mayoría de los casos, y sobre todo si luego el sujeto se toma el tiempo de hacer bien, y con más calma su tarea; estos accidentes deberían tomarse más bien como un halago. No es blandenguería de nuestra parte, tiene que ver con que el tipo nos tenía tantas ganas que no pudo controlarse, y eso siempre es halagador.

Mijita, preocúpese cuando le suceda seguido.