8.19.2006

A PROPÓSITO DEL RUBIO MIRLA

Hace algunos días y probablemente en el marco de la promoción de su obra de teatro, o del estreno de la película “Miranda”, escuché a Luis Fernández hacer una especie de parodia de las mujeres que habitan nuestra noche caraqueña. Como es usual en él, nunca una descripción pudo ser más acertada: dos o más mujeres, muy rubias y con el pelo planchado, más lacio que el de una japonesa, conversando al parecer animadamente, con sus compañeras idénticamente transformadas por el mismo número de tinte, que en la juventud suele llamarse rubio avellana, o rubio intenso medio, pero al pasar de los cuarenta se llama simplemente: rubio Mirla (si, por el color de cabello de la cantante).

Esta descripción dio lugar a un par de conclusiones que quisiera comentar. Primero que nada, la naturaleza “inocente” de estas muchachas de bien, que salen a reunirse con sus amigas, sin ningún otro objetivo que conversar, contarse sus cosas, hablar sobre el trabajo, o estudios, en lugares tan ruidosos como los sitios nocturnos caraqueños, y cubriéndose el cuerpo con no más de un cuarto de metro de tela. Ay de aquél que se atreva a pensar que estas chicas salieron a pescar marido!, eso jamás! No entendemos como es que los hombres que también acuden a esos locales no captan el mensaje: estamos aquí como podríamos estar tomando un café, entrenando en una clase de tae-tek o haciéndonos las manos en la peluquería, en plan inocente y más nada. Compartiendo entre amiguitas, así que, aunque lo único que nos falte mostrar es el pezón cuando tarareamos la música, ni se les ocurra propasarse, atrevidos!

El segundo comentario tiene que ver con nuestra raza aria, y lo admito, también he probado con tintes más claros que el castaño: Venezuela es probablemente el país de Latinoamérica donde más se vende el tinte rubio, de hecho, tonos que ya están descontinuados en el planeta, aquí son los más buscados. Debe ser que combinan perfectamente con los pálidos tonos de la piel tropical, porque como somos genéticamente tan puras, el rubio combina muy bien con el lacio natural de nuestras cabelleras. Parafraseando aquél antiguo slogan, no está de más decir: Qué pasaría en Venezuela si no existieran las peluquerías Carmelo!