7.29.2006

BISTECK SOPLAO

Tu mejor amiga emocionada. Por fin conoció al partidazo que buscaba. Cuadran la salida pertinente para que tú y l@s demás del grupo puedan conocerlo. Ella llega al lugar acompañada de él, rodeada y protegida por una burbuja de felicidad que hace parecer que una luz difusa los rodea y ellos se mueven en cámara lenta. Después de un par de minutos y dos brillantes respuestas a otro par de tus preguntas, descubres que simplemente, ese es el hombre de tu vida. Una lástima y mal momento, porque empiezas a inventarte las maneras más discretas de cómo soplarle el bistec a tu pana, o a aguantarte las ganas de hacerlo.

Inesperadamente, comienzas a encontrar en tu amiga, carnal del alma de toda la vida, viles defectos de los que jamás te habías percatado: que si es envidiosa, que si mentirosa, que si tiene celulitis y le grita a su hermanito, que si se comía las uñas de chiquita. Y además, a encontrar la manera de hacérselos saber al muchacho, con el que sueñas, y que siempre le comenta a su noviecita, lo simpática y buena amiga que eres. Incluso te confunden algunas de sus miradas, más amistosas de lo considerado normal por la mayoría.

No son días gratos. Te debates entre aquel papachongo, y una amistad que la mayoría de las veces vale más que lo que él pueda darte. Te preguntas además, por qué si son el uno para el otro, él no se da cuenta de que existes y sigue con tu amiga. Golpe bajo para la autoestima, porque según tú, has acumulado suficientes méritos para estar con él. De lo que no te das cuenta es que si el chico se fijó en ella, y tú supuestamente eres mejor, es él quien está equivocado en la vida, no tú.

Estos episodios suceden con más frecuencia de la que nos damos cuenta en Caracas, basta con prestarle veinte segundos de atención a la quejadera de las féminas que exhiben orgullosas en la frente el slogan: Es que no hay hombres, chica!

Afortunadas las que no se han percatado de que la mejor amiga les está soplando el bistec. Más afortunadas las que no han tenido que encontrarse en semejante dilema. Habrá quienes se han especializado en esos manejos y lo hacen perfecto, de manera que se quedan con el tipo y con la amiga. Ojalá todas fuésemos tan hábiles.