4.24.2007

VERDES

A much@s les ha pasado encontrarse de repente atraíd@s por alguien mayor. Muchos más han sido cortejados por un viejo o una vieja verde. Incluso en algunas culturas es bastante común que un hombre hecho y derecho se empate con una chamita.

Los yanomamis por ejemplo, crían a las niñas hasta que están en edad de casarse (lo que es igual al momento de su primera menstruación) y llegado el momento, las mudan a su chinchorro para empezar a formar familia. Y en nuestro pasado reciente podríamos recordar como ejemplo al monstruo de Mamera, inmortalizado en ese clásico del cine venezolano llamado Macu, la mujer del policía, cuya directora, Solveig Hoogesteijn, nos mostró hace poco otro ejemplo de atrevimiento, con su niña enamorada de su profesor, bastante mayor que ella, en Maroa.

Lo cierto es que siempre habrá defensores y detractores de las relaciones en las que la diferencia de edad es considerable. Siempre por ejemplo, se prestan para pensar que el menor se chulea al mayor, al mejor estilo de Anna Nicole Smith cuando se casó con el octogenario que le heredó toda su fortuna, a pesar de la pelea legal de los hijos del viejito.

Ahora, si el mayor está pelando, entonces siempre encontrarán alguna manera de criticar un asunto que debería incumbir más bien a los involucrados y ya.

Pero, qué hacer al verse cortejad@ por alguien mayor? Cuáles serían las ventajas y desventajas en esta relación? Debemos convertirnos en personas de tan amplio espectro como para experimentar con otras personas considerablemente mayores o menores que nosotros?

Indudablemente, se aprende mucho de estas cosas. Sobre todo teniendo en cuenta que el/la de más edad ya lleva camino recorrido y es posible que nos enseñe mucho, pero… y si las diferencias son más que las coincidencias? Cómo equilibrar por ejemplo las ganas de rumbear y salir y taconear de una joven con la serenidad y tranquilidad de un señor que prefiere quedarse en su casa viendo televisión? Cómo hacemos con la señorabienconservada de cuarenta, que acompaña a novio jovencito a cualquier parte y le preguntan si es la mamá?. Porque si de algo no hay que dudar, es de que las mujeres, por más esfuerzos que hacemos, envejecemos más rápido que los hombres y siempre nos veremos más destruidas.

Sabiendo negociar esas diferencias de energía, y haciendo caso omiso de comentarios de terceros, quedan ahora estas dos personas frente a frente, y sin remedio. Disfrutando de la etapa de conquista, en la que el/la mayor hará gala de su experiencia, y el/la menor, aportará inocencia y alegría al espíritu un poco cansado del otro. Pero, más allá de la conquista… habrá futuro y se establecerá algo más que un experimento? Podrán superarse las nalgas flácidas (del señor también, no solamente las de la señora) o la pausa obligatoria para tomarse el Viagra milagroso? Habrá paciencia para asumir las actitudes inmaduras e inexpertas del más joven de la relación? Habrá resignación en el momento en el que ambos asuman que no funciona?

Y si funciona maravillosamente?… habrá paciencia cuando empiecen a aparecer los problemas de salud del mayor? Éste, no estará siempre dudando y temeroso de ser sustituido por uno o una más joven y fogoso? En cualquiera de los casos, estas relaciones al tomar matices más serios que los de una aventurilla pasajera, se constituyen en un reto de paciencia y aprendizaje para ambos miembros de la pareja, que yo por ejemplo, no estoy segura de poder asumir… es que todavía no ha aparecido un Sean Connery, eternamente galán, por aquí.

Por allí dicen que a veces uno llega demasiado temprano o demasiado tarde a la vida del otro. Hay quienes tienen ganas de hacer un esfuerzo que habría que aplaudir y celebrar, porque confían en el amor como refugio y forma de vida, así sea contrariando lo convencional.

Bien leí por allí a Leonardo Padrón diciendo “has llegado tan impuntualmente a mi vida, que he decidido corregir todos mis relojes hacia tu posibilidad”…

4.09.2007

LA PUERTA TRASERA

Lo cierto es que hasta canciones de los Amigos Invisibles, y quien sabe cuántas más, hay dedicadas al asunto. Ni hablar de las miles y miles de páginas, publicaciones, películas y cuanta forma de entretenimiento para adultos se conozca, dedicadas exclusivamente al tema del sexo anal.

Much@s quieren probarlo. Much@s lo hacen. Algun@s lo consideran inmoral, sucio y hasta pecaminoso. Y es que quizás, por ese halo no sé si de misterio, pero si por estar vetado, se ha convertido en un acto más atractivo de lo que probablemente es. En el caso de las relaciones hombre-mujer, por supuesto. Porque para nuestros amigos gays, esa constituye la única salida… o más bien la única entrada, que además tiene la fama de atrapar tanto, que se dice que “el que prueba, repite”.

Pero hablemos de las parejas heterosexuales. Cuando la núbil damisela asiente a entregar el realito adeco, como dirían nuestros papás, esto se convierte en el acontecimiento del siglo y en algunos casos en un símbolo de amor y compromiso más valioso que el del himen virginal de las muchachas del siglo XVIII.

Siendo la primera vez, el ansioso galán debería tener paciencia para tratar con la delicadeza y ternura necesarias, a la temerosa joven que se entrega a él, en este acto de amor. Habrán por supuesto muchas que alegarán, con los ojos llorosos y la voz entrecortada, que este es su estreno en estas lides: “Esto solamente lo he hecho contigo miamor!, es mi primera vez” y no conozco ninguna forma de probar que no lo sea. De lo que si estoy segura, es que las damas la hemos convertido en una forma más, de manipular las mentes masculinas.

De todas maneras habría que asesorarse. Y nuevamente, el infaltable y leal amigo gay que todas las mujeres tenemos nos dará el consejo más acertado: que si la cremita tal que consigues en la farmacia, que si el lubricante no se qué con sabor a cambur con helado de chocolate no sirve y es súper caro, que si en esta posición es mejor (este consejo normalmente va acompañado de una dramatización del amigo gay, que será más realista si está acompañado de su pareja), que si relajas los músculos respirando y contando hasta diez cuando botes el aire, que si mejor no comas nada antes para evitar accidentes, que si el chacra del yoga y el mulabanda, que después te acostumbras tranquila, que eso es solamente la primera vez, que si estás segura de que este hombrecito merece que hagas esto?, que yo creo que si tienes que probarlo para que sientas que rico es.

Y a la pobre muchacha que anota, pregunta y se asesora con cuánto peluquero conoce, hasta quedar con la cabeza hecha una tumusa, se le ocurre preguntarle a sus amigas, así como quien no quiere la cosa, mientras se toman un licuado matacelulitis en un café fancy del sureste de Caracas: Amiga, no puedo creer que te decidiste! Te felicito!. Pues yo no estoy de acuerdo, eso es pecaminoso, además ese tipo no te quiere. Pues yo digo que lo pruebes, así se queda enganchado. Pero es que duele mucho! Grita otra. A mí no me dolió nadita, dice la primera. Es que tu novio tiene el pipí chiquito. Además, ese hueco no es para eso. No me digas que tú no lo has hecho? Pues no, y mi Andrés Manuel lo acepta y me quiere igual. No te creas! Ese seguro lo busca en otro lado. Tú crees? Será que me montaría cachos por eso?... y la pobre primeriza, continúa indecisa sobre cual decisión tomar.

El galán insiste, persuade, intenta. Los encuentros terminan en lágrimas a veces, o en intentos fallidos otras. Hasta que ambos, armados de valor logran consumar el acto con paciencia y salivita, como dicen por ahí.

He aquí el momento crucial del asunto, y la razón por la que creo que se le otorga más importancia y misterio que los que merece. Pues es cuando la chica en cuestión, decidirá: 1. Que el asunto le gusta y se convertirá en una tigresa del sexo por detrás, 2. No le parecerá nada especial y estará dispuesta a complacer a su parejo de vez en cuando, o 3. Morirá del dolor y jurará más nunca escuchar consejos de su peluquero…