8.28.2006

HAPPY ENDINGS

Una buena amiga acaba de terminar una relación en la que invirtió unos dos años de su vida. En sus tempranos treinta, es por todos conocida (y sufrida), la angustia que debería sentir cualquier mujer por engatusar rápido a un candidato, que la lleve al altar y la preñe de tres muchachitos, acto seguido.

Todo el círculo que la rodea todavía dos meses después, lamenta los veinticuatro meses perdidos con semejante hombrecito, que no era para ella, pero que sin embargo fue aprobado desde el principio como un buen partido que la haría feliz, y con quien formaría un hogar tan armónico como la pequeña casa de la pradera.

Y bueno, yo apenas me desayuné la noticia un buen tiempo después de que sucediese la abominable ruptura. La susodicha no quiere hablar del tema ni dar detalles. Hecho que respeto profundamente, pues no es para nada agradable andar publicando por ahí, los errores que una comete durante dos largos años.

Si es que pueden llamarse errores.

Entiendo su molestia. Su posición no es cómoda en lo absoluto. Además del dolor aunque sea poquito, que supone una ruptura, por amor, por costumbre, o por tiempo perdido con el sujeto en cuestión; además hay que estar dando explicaciones a diestra y siniestra: que si trabajaba mucho, que si ganaba poco, que si besaba mal, que si lo tenía chiquito, que si lo tenía muy grande, que si se le caía el pelo, que si le gustaba planchar escuchando José Luis Perales, y por eso terminé con él. O, peor aún, soportar las caras de telodije de todos los allegados.

A quien le importa realmente si el tipo besaba bien? No estamos haciendo leña del árbol caído? Porque si fue por él, pues que tonta ella de no haberse dado cuenta antes y perder tanto tiempo en esa relación, y en el caso contrario, pues que tonta también por haberlo dejado ir, sabiendo que en Caracas escasean los buenos partidos.

Respetemos el luto ajeno. Por las relaciones equivocadas o no, en las que todos invertimos nuestros esfuerzos y esperanzas. Respetemos las maneras de vivir las rupturas. Al final las responsabilidades corresponden a ambos miembros de la pareja y no, solamente a la extraordinaria chica que fue tan valiente como para desechar a alguien que no le convenía y hoy encara, con una sonrisa, nuevamente a la soltería.

Ese es un final más feliz.

8.19.2006

A PROPÓSITO DEL RUBIO MIRLA

Hace algunos días y probablemente en el marco de la promoción de su obra de teatro, o del estreno de la película “Miranda”, escuché a Luis Fernández hacer una especie de parodia de las mujeres que habitan nuestra noche caraqueña. Como es usual en él, nunca una descripción pudo ser más acertada: dos o más mujeres, muy rubias y con el pelo planchado, más lacio que el de una japonesa, conversando al parecer animadamente, con sus compañeras idénticamente transformadas por el mismo número de tinte, que en la juventud suele llamarse rubio avellana, o rubio intenso medio, pero al pasar de los cuarenta se llama simplemente: rubio Mirla (si, por el color de cabello de la cantante).

Esta descripción dio lugar a un par de conclusiones que quisiera comentar. Primero que nada, la naturaleza “inocente” de estas muchachas de bien, que salen a reunirse con sus amigas, sin ningún otro objetivo que conversar, contarse sus cosas, hablar sobre el trabajo, o estudios, en lugares tan ruidosos como los sitios nocturnos caraqueños, y cubriéndose el cuerpo con no más de un cuarto de metro de tela. Ay de aquél que se atreva a pensar que estas chicas salieron a pescar marido!, eso jamás! No entendemos como es que los hombres que también acuden a esos locales no captan el mensaje: estamos aquí como podríamos estar tomando un café, entrenando en una clase de tae-tek o haciéndonos las manos en la peluquería, en plan inocente y más nada. Compartiendo entre amiguitas, así que, aunque lo único que nos falte mostrar es el pezón cuando tarareamos la música, ni se les ocurra propasarse, atrevidos!

El segundo comentario tiene que ver con nuestra raza aria, y lo admito, también he probado con tintes más claros que el castaño: Venezuela es probablemente el país de Latinoamérica donde más se vende el tinte rubio, de hecho, tonos que ya están descontinuados en el planeta, aquí son los más buscados. Debe ser que combinan perfectamente con los pálidos tonos de la piel tropical, porque como somos genéticamente tan puras, el rubio combina muy bien con el lacio natural de nuestras cabelleras. Parafraseando aquél antiguo slogan, no está de más decir: Qué pasaría en Venezuela si no existieran las peluquerías Carmelo!

LA INVASIÓN DE LOS USURPADORES DE CUERPOS

A todas las mujeres les entra un sustico al llegar a los treinta. Los compruebo día a día en un censo personal que realizo disciplinadamente al deambular por Caracas: Entre ocho y doce embarazadas demacradas, equilibrando sus kilos de más, se cruzan en mi camino de unas dos horas, entre ir y venir de mis obligaciones cotidianas. No quiero ni pensar cuántas contaría si estuviese más tiempo en la calle.

El sustico es para ambos sexos, además. Pues a una cierta edad a los hombres se les mete en la cabeza la idea de que tienen que preñar a su pareja, en una especie de marcaje de territorio que consolidaría la relación.

Creo que muchos se lo toman más a la ligera de lo que deberían, y luego se encuentran con las consecuencias. Dice un colega cineasta a punto de ser padre primerizo, que un hijo, como el dedicarse al cine en Latinoamérica, es una renuncia.

La verdad no quisiera estar en sus zapatos. Todavía espero que el llamado de la maternidad grite insistentemente en mis oídos. Y admiro profundamente a mis amigas que sueñan con tener un muchachito debajo del brazo, cada vez que en la farmacia, ven un teterito rosado en el mismo mostrador de los condones.

Quizás un hijo es una renuncia, algo a lo que se tiene que llegar preparado y consciente. La única relación que es de verdad para toda la vida.

Quien sabe si ese que te quiere preñar, porque le parece divertido tener un guaricho contigo, no se va a espantar cuando a los ocho meses tengas la barriga agrietada, con algo que se mueve adentro en el mejor estilo de Alien. Ni hablar de las presiones de la familia: yo quiero un nietecito! Tranquila, yo te lo ayudo a cuidar.

El panorama en Internet no es más alentador, toda la red está llena de páginas que indican que los hijos hay que tenerlos entre los 20 y los 30, como una especie de mandato constitucional, porque si no, eres una especie de delincuente o paria.

Quizás es la época del año. Todas las mujeres están viendo las consecuencias de sus rumbas de diciembre. Lo cierto es que se respira un aire prenatal, que en sus caras parece más la versión caraqueña de aquella película llamada “La invasión de los usurpadores de cuerpos”.

8.06.2006

ONCE AGAIN

Hace algún tiempo vuelve por sus fueros la nueva campaña de una cerveza que el año pasado provocó bastantes molestias en algunos sectores femeninos de la población, por el misógino y burdo mensaje que encerraba en el slogan: La verdad es dura.

En esta oportunidad presenciamos nuevamente a mujeres sin rostro reconocible, tomadas desde ángulos imposibles que las representan “once again” como simples objetos de placer sexual. Porque no es lo mismo vernos buenas que explotadas… con foticos que adornan las paradas de autobús y piernas de seis metros de largo que coronan unas nalgas en la valla de la autopista.

No quisiera hacer un manifiesto feminista contra los excelsos creativos de dicha joya de nuestra cultura publicitaria. La verdad es dura: durante décadas hemos sido consideradas los objetos idóneos para vender cualquier cosa. Unos muslos, el escote o las nalguitas de la autopista, dicen ¡presente! en cualquier anuncio, así sea para vender parcelas de cementerio.

Consideradas el sexo débil, probablemente como una desafortunada creación de algún machista desfasado, hemos sido etiquetadas como enclenques durante siglos, cuando es ya por todos conocido el hecho científico de que las mujeres vivimos más tiempo, podemos hacer más cosas al mismo tiempo, y somos más tenaces, quizás por esa misma cualidad genética que nos hace resistir mejor el dolor. Lo que no se ha hecho público y, es una hipótesis que propongo para el estudio, es que en realidad a través de esa supuesta debilidad y uso de los hermosos atributos de los que nos ha dotado la naturaleza, estamos logrando conquistar el mundo!

Sin pensarlo mucho y sin que sea tarea diaria como la de Pinky y Cerebro. Sino porque esa es la única manera en la que los hombres, nos dejan tomar el poder. No es desconocido más de un episodio de algún rey que abdicó por amor, o alguna Mata Hari que hizo perder la cabeza a un baboso.

Amigas: los hombres no tienen sangre suficiente para que el cerebro y el pene les funcionen al mismo tiempo… no se sientan señoritas mancilladas por los creativos cerveceros. Sin ni siquiera pensarlo tenemos el poder suficiente sobre ellos como para que nos dediquen kilómetros y kilómetros de imágenes en revistas y vallas.