11.26.2006

LA BODA DE MI MEJOR AMIGA

Asistir a la boda de tu mejor amiga siempre es una experiencia religiosa. Más cuando cada uno de estos eventos en Caracas, es una especie de superproducción joaquinrivieresca, que cumple con mil ritos y ceremonias inventadas por los organizadores y agencias de festejos, en una oda más al consumismo, que a la unión eterna de esas dos almas.

El costo promedio de una fiesta bien resuelta debe ser, por lo bajito, de unos cincuenta millones de Bolívares y, en algunos casos, los contrayentes no tendrán ni donde vivir después de tan primorosa noche. A pesar de esto, siempre es un privilegio asistir al momento en el que dos personas se juran amor eterno, aunque al lado se te siente la pana que también lo hizo hace cuatro años, y que en este momento evalúa seriamente la posibilidad de montarle cachos al marido, con un nosquiencito que le está calentando la oreja.

Cuál es la duración de la eternidad en estos tiempos modernos? Cuatro años? Diez? Seis meses?. Es directamente proporcional al tiempo de noviazgo? Durante la salud y la enfermedad, durante la prosperidad y durante los tiempos difíciles; tienen ahora, cláusulas que exceptúan las enfermedades muy graves y las pelazones muy largas.

En unos 20 años la renovación de votos se hará, en vez de en las bodas de plata o de oro, a los cinco años de casados. Si tomamos en cuenta que es cada vez más raro conocer a una pareja joven que logre superar esa barrera.

Si no, pensemos en cuánto nos enternece una pareja de viejitos con sesenta años de casados, que van tomados de la mano mientras los observamos como si fuesen vestigios arqueológicos de alguna cultura anterior. Una especie de jeroglíficos que no entendemos, o el estilo de ornamentación de una columna que estuvo de moda hace mucho tiempo, y que no volverá más.

Tendrá que ver con la inmediatez y con la profusión de alternativas que nos ofrecen los tiempos modernos en todos los aspectos? Nos hemos convertido en alguna especie de monstruos inconformes, detenidos por breves instantes en un teléfono celular, una computadora, o una pareja, listos para salir corriendo a adquirir pronto el próximo modelo que es más avanzado y mejor?

11.20.2006

EL REINCIDENTE

Una legendaria película venezolana da título a esta entrega. En ella, Orlando Zarramera, el mismo de “Soy un Delincuente” vuelve a las fechorías de barrio caraqueño, que hicieron mítico al cine de Clemente de la Cerda.

Cuántos de nosotros también reincidimos. No en malandreos, sino en relaciones tan destructivas como los vicios que adornan a cualquier azote de barrio. Es como cuando Ho Po Wing, de “Happy Together”, le propone una y otra vez a Lai Yiu Fai: -Volvamos a empezar. En esa frase se encierra un juego de autoflagelación y desengaño que se inicia nuevamente, con consecuencias cada vez más onerosas para el espíritu, el pobre espíritu que después de cada ruptura se va secando, hasta convertirse en una especie de cascarón viejo, en el que habita la desconfianza y el desaliento.

Fai, que lo quiere tanto, cree firmemente, como ha creído antes, que esta vez si podrán llevar la relación hacia la anhelada felicidad, que supuestamente es el fin último de cualquier encuentro amoroso. Pero van directo al dolor y a la frustración. Ese el lugar donde terminan la mayoría de las relaciones que reinciden, en una especie de celebración del instinto masoquista que nos impone nuestra cultura al nacer.

No debemos generalizar. Hay quienes han corrido con suerte al volver con un ex. Porque han madurado, o porque simplemente ambos ponen más de su parte para que el asunto funcione.

Pero en la mayoría de los casos, el resultado es aún peor de lo previsto en los escenarios más pesimistas. Y ese “Volvamos a intentarlo” se repite una y otra vez, y se inicia con fe ciega y esperanza, olvidando selectivamente todas las razones que nos hicieron separarnos de esa persona en anteriores oportunidades. El egoísmo, inmadurez, la deslealtad, y hasta las diferencias económicas se diluyen en nuestras memorias en una especie de neblina lechosa que no nos permite recordar con claridad, lo mal que la pasamos durante la primera o subsiguientes rupturas con este personaje, que vuelve a ser nuestra pareja.

Y no se trata de guardar rencores. Tiene más bien que ver con elegir asertivamente lo que queremos vivir. Si, al final de cuentas, uno escoge conscientemente ese “Volvamos a empezar” debe asumir también todas las peleas, desasosiegos y despechos posteriores que lo acompañan.

11.12.2006

DE RECONSTRUCCIONES Y HOYOS

Las fotos de la chica en bikini eran impresionantes y bien logradas, a pesar de la revista tan corriente en la que aparecían. En la entrevista hablaba de su último proyecto en el cine, que la aleja de los personajes sexy que ha interpretado siempre en la televisión y en el teatro.

En las últimas dos páginas, el periodista la interrogaba sobre su nueva relación amorosa con el nosequiencito de turno, pues había sido vista tomada de su mano en los últimos eventos faranduleros: - Estamos juntos hace dos meses y muy enamorados. Siento que Nosequiencito es el hombre de mi vida y, aunque ya vivimos en mi apartamento, nos casaremos el año que viene.

Llegado a este punto del reportaje, la chica anunció el evento que le daba título:- Como regalo de bodas voy a reconstruirme el himen, así me entregaré a él como si fuese la primera vez. Aunque temo los procedimientos quirúrgicos, es un sacrificio que haré por amor.

Nosquiencito también salía en las fotos, emocionado, y en un parrafito de esos que los diseñadores de las revistas encierran en otro color, nos daba su opinión sobre la decisión de su amada: - Me halaga, es el símbolo de que todo su pasado queda borrado y de que a partir de ahora seremos solamente nosotros dos…

Y después dicen que los hombres son machistas, cuando nosotras mismas les celebramos y alimentamos esa actitud.

Cómo es posible que a alguien se le pase por la cabeza reconstruirse el himen para ser virgen en su noche de bodas? Y que además lo publique en una revista de circulación nacional, después de que probablemente dejó de serlo la primera vez, a los doce o trece años.

Es la misma actitud hipócrita de todas las que se dejan penetrar por cuanto orificio tienen menos “por delante” para permanecer vírgenes hasta el matrimonio.

A qué estamos jugando? Y yo que me creía en el siglo 21…Esas supuestas vírgenes son seguramente más perversas y más recorridas, que las que reconocemos que esta no es nuestra primera pareja sexual.

Lo más patético de todo es que lo hacemos con vergüenza, como si estuviésemos confesando que, como el azote de barrio de las páginas rojas, tenemos doce muertos encima.

11.02.2006

GATILLAZOS

Hoy como que si es. Previamente nosotras muy juiciosas y depiladas hasta las cejas, vestimos la ropita interior colombiana que tiene modelos igualitos a los de La Perla, la que le compramos a la recepcionista de la oficina de enfrente, que turquea para ayudarse (es que es madre soltera), y ojo: le debemos dos conjunticos más.

Con la piel suavecita de tanto jabón rasposo con azúcar, y las plantas de los pies como culito de bebé, porque sospechamos que esa será la primera noche en la que compartiremos lecho con el nuevo objeto de nuestro deseo, nos pasamos todo el rato coqueteando, tomando de más para entrar en calor y relajarnos prontito, y acudiendo descaradamente al viejo truco de la mano muerta, que en muchos casos se traslada hacia la pierna, rodilla, codo o hasta el hombro muerto.

Más tardecito, cuando el manoseo ya decide que no hay más que definir el lugar donde continuará a mayores: tu casa, mi casa, un hotel, el carro, el baño del antro, en fin… para gustos y colores, también están quienes inventan fin de semana en la playa para aprovechar; y aprovisionados de los condones y/o métodos anticonceptivos necesarios, nos enfrentamos al momento de la verdad.

La pasión continúa, y exitosamente vamos superando los temores personales que van desde olores, si le gustará o no lo mismo que a mi y otros muchos más, que nos abrumaría enumerar.

Y de pronto, cuando creemos que apenas empieza lo bueno, nuestro parejo que iba muy bien, se separa de pronto con cara de susto mientras exclama: esto nunca me había pasado! Apenas en ese momento nos percatamos del líquido caliente que nos embarra el muslo (por cierto, todavía vestimos a medias el jean que traíamos puesto!).

Cómo reaccionar ante un gatillazo de esta naturaleza?. Se merece este apurado elemento una segunda oportunidad? O debemos someterlo al escarnio de nuestras amigas y el infaltable amigo gay, que siempre defendieron la hipótesis del mal polvo?.

En la mayoría de los casos, y sobre todo si luego el sujeto se toma el tiempo de hacer bien, y con más calma su tarea; estos accidentes deberían tomarse más bien como un halago. No es blandenguería de nuestra parte, tiene que ver con que el tipo nos tenía tantas ganas que no pudo controlarse, y eso siempre es halagador.

Mijita, preocúpese cuando le suceda seguido.